domingo, 18 de marzo de 2012

El Papa, Cuba y Dios es Cristo

El Papa, Cuba y Dios es Cristo
[18-03-2012]
Carlos Alberto Montaner
Periodista, escritor y político

(www.miscelaneasdecuba.net).- En 1998 Juan Pablo II fue a Cuba.
Entonces, hace prácticamente una generación, gobernaba Fidel y la
situación, como siempre, era muy crítica. Era el primer papa que
visitaba la Isla y el conjunto de la sociedad lo recibió con una mezcla
de ilusión y temor. Se le atribuía una gran responsabilidad en el fin de
las tiranías comunistas del este de Europa y existía la secreta
esperanza de que su presencia desatara un proceso de cambio. En eso
consistía la ilusión. El temor, claro, lo generaba la represión del
gobierno.

Catorce años después, el papa Benedicto XVI viajará a Cuba. ¿Algo ha
cambiado? Sí, es otro país y otra generación, pero el mismo gobierno,
ahora presidido por Raúl, mientras Fidel, decrépito y enfermo, se
entretiene orientando al mundo por internet enfundado en un curioso
chándal deportivo. La diferencia fundamental es que ya no hay esperanzas
de que cambie el miserable destino de esa sociedad. La dictadura se
empeña en mantener los rasgos esenciales de un modelo totalitario,
brutal e improductivo, maquillado con algunos vestigios menores de
propiedad privada, y ya todo el mundo sabe que el experimento está
condenado al fracaso.

No obstante, todos ganan y pierden con la visita. La dictadura y Raúl
Castro buscan legitimidad y demostrar que el gobierno es abierto y
tolerante con cualquier país o institución (la Iglesia Católica es ambas
cosas) que no cuestione el modelo político. Pero Raúl tiene a su derecha
a unos pocos tipos encharcados en el dogma que no ven con buenos ojos la
presencia del papa, y por su izquierda una inmensa mayoría de
reformistas que desearían enterrar de una vez ese viejo disparate de
difuntos sin flores que es el comunismo.

Remover ese avispero no le conviene a la dinastía militar de los Castro.
Y lo está haciendo.

A la Iglesia Católica le sucede algo parecido. La visita del papa junta
y divide al mismo tiempo. Roma y la Iglesia quieren, en primer lugar,
divulgar la fe y predicar el cristianismo. Desean ampliar el número de
fieles, hoy sustancialmente empequeñecido por la enorme masa de cubanos
refugiados en diversas creencias africanas: santeros, paleros, abakuás y
otras sectas. Ansían, también, que los dejen enseñar y formar
ciudadanos, y que les permitan tener órganos de comunicación para
participar en el debate social. Hasta ahora no hay el menor síntoma de
que los van a autorizar, pero, mientras tanto, escriben con buena letra
para ver si lo logran.

En segundo lugar, como buenos cristianos, se horrorizan de las
consecuencias del sistema, pero dentro de la jerarquía eclesiástica
cubana también existe una amarga división que ahora se exacerba. De una
parte están el Cardenal Jaime Ortega y algunos obispos dispuestos a
ejercer la compasión con las víctimas, sin tratar de eliminar las
causas, a cambio de aumentar la presencia y la influencia de la Iglesia,
mientras otros obispos, numerosos curas y religiosos, y los laicos más
comprometidos, como las Damas de Blanco, Dagoberto Valdés y Oswaldo
Payá, saben que es inútil alimentar ancianos desvalidos y pedir piedad
para los presos enfermos, si no se cambia de una vez el modelo político
causante de la pobreza y del terror que mantiene las cárceles llenas y a
las turbas apaleando a los demócratas en las calles y en sus casas. Para
ellos, como para la mayor parte del país, la solución no está en el
alivio parcial del mal, sino en su erradicación definitiva por métodos
pacíficos.

Para la oposición democrática, por último, la visita del papa es una
oportunidad única de hacerse oír. Durante 48 horas el mundo, por medio
de centenares de periodistas y todos los medios de comunicación
importantes, tendrá sus ojos puestos en Cuba. Por eso las Damas de
Blanco, casi todas católicas fieles, le han pedido al papa un minuto,
sólo un minuto, para que las conforte, como debe hacer el vicario de
Cristo en la tierra, porque sufren mucho y les pegan, las encarcelan y
las vejan constantemente, y para entregarle un video en el que explican
muy claramente las tribulaciones que padecen los cubanos. Por eso, otros
disidentes, totalmente desesperados, criticados por algunos de sus
compañeros, han comenzado a tomar iglesias, como se ha hecho en varios
países de América Latina, porque esos recintos son espacios mínimos de
libertad y allí pueden manifestar sus denuncias, al menos por un rato.

Supongo que el papa regresará al Vaticano más confundido de lo que llegó
a Cuba. Les suele pasar a quienes viajan a esa isla. Habrá que
exorcizarla.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35465

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