jueves, 8 de marzo de 2012

El banquete de los caníbales

Opinión

El banquete de los caníbales
Andrés Reynaldo
Miami 08-03-2012 - 10:43 am.

El llamado al reencuentro de todos los cubanos hecho desde La Habana
intenta borrar a la oposición interna.

En su hora última, la dictadura cubana apela al respeto en su
aproximación al exilio, el cual, por respeto, debe ser nombrado como "la
emigración". Sin dejar de sembrar el respeto a porrazos entre la
disidencia, a la que debe llamársele, sin respeto, "mercenarios al
servicio de la CIA".

Hasta ayer a los exiliados se les exigía el apoyo incondicional. Pero
hoy basta con un encuentro respetuoso de las dos orillas, en aquella
orilla. La dictadura permite el acceso a lo que ha sido nombrada "la
sede de la Patria" y el emigrado (o sea, el exiliado convertido en
turista) confirma los impresionantes cambios bajo la dirección de Raúl
Castro. ¡Mirad, la sal ya está por la libre!

Hasta se habla de dar a los emigrados un papel en la economía. La
posible compra de casas ha causado furor en algunos círculos sedientos
de respeto. Podrás comprar la casa que la dictadura le confiscó a otro
emigrado. Quizás hasta podrás comprar la casa que te confiscaron a ti
mismo. La imaginación de los pensionistas es tentada con proyectos de
complejos de apartamentos a bajo costo y valéryanamente respetables
cementerios junto al mar.

También un par de millonarios ha visto arribar la ocasión de contribuir
a la apertura. Uno de ellos ha esbozado la idea de que las inversiones y
el respeto a largo plazo harían de la Isla una caribeña Singapur. Entre
otras inteligentes y graduales iniciativas, la concesión de créditos a
los cuentapropistas determinaría la liberación de todo un sector
respe(c)to a la dictadura, que debe ser nombrada como "el gobierno". Por
respeto, entiéndase.

En fin, para subir al tren de los cambios hay que abonar el boleto del
respeto. Será un tren fantasma, pero el respeto debe ser de carne y hueso.

A la vanguardia del respeto dentro de la Isla marchan los obispos
cubanos, respetuosamente encabezados por el cardenal Jaime Ortega
Alamino. A cambio de su respeto a la dictadura, la Iglesia ha podido
desarrollar un notable programa de asistencia social. Su misión
profética puede esperar, digamos, a que seamos como Singapur. Mientras
tanto, a las continuas concesiones morales y políticas de los obispos
las autoridades responden con esporádicas concesiones inmuebles. ¡Mirad,
nos devolvieron un pequeño local en Santiago de Cuba!

Ni siquiera el clero franquista llegó tan lejos. A cambio de que la
Iglesia pueda hacer la parte del bien que a la dictadura le conviene que
haga, la Iglesia le permite a la dictadura hacer todo el mal que se le
antoje. El hecho de que Cristo solamente haya ofrecido las dos mejillas
debe ser una angustiosa limitación teológica para unos obispos que ya no
saben qué ofrecer.

El respeto de los intelectuales se da por descontado. La dictadura, para
ellos, es un fenómeno metahistórico, consustancial al territorio. Surgen
respetuosos espacios de reflexión. Se ha levantado la veda a la crítica
del modelo soviético. Entran en veda los modelos chino, vietnamita y
¡mucho ojo! el angolano, más afín a la dictadura en su carácter
callejero, nepótico y cleptocrático.

Los debates sobre el quinquenio gris, la censura de los escritores que
viven fuera de la Isla y la proliferación de la claria en las fuentes
fluviales (con alarmantes casos de ataques a humanos) pasan por alto la
causa primera del problema, es decir, la dictadura. La Seguridad del
Estado ha de vanagloriarse por lograr con un mínimo de terror tan amplia
corrupción semántica. Académicamente, no podemos hablar de una
intelectualidad en ejercicio sino de una cooperativa de eufemistas.

En tales circunstancias, el respeto del exilio a la dictadura implica la
pérdida del respeto a sí mismo. El llamado a reencontrarnos, con
respeto, en el ámbito de la patria por encima de la coyuntura política
implica una contradicción en sus términos. A menos que el exilio no solo
renuncie a su identidad, sino que además actúe como si la dictadura
hubiera renunciado a la suya.

En la mesa del convite al respeto quieren servir el cadáver de la
oposición interna. Una estrategia que toma como premisa nuestra
potencial inmoralidad, nuestra fatiga. Por respeto a Cuba espero que la
dictadura se quede con hambre.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/9995-el-banquete-de-los-canibales

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