viernes, 16 de marzo de 2012

Cuba y el sistema interamericano: Un “incendio” que regresa

Raúl Castro, Cumbre de las Américas

Cuba y el sistema interamericano: Un "incendio" que regresa

Aunque el presidente Obama irá a la elección de noviembre en la Florida
evitando una foto incomoda con Raúl Castro, EEUU ha obtenido apenas una
victoria pírrica, afirma el autor del artículo

Arturo López-Levy, Denver | 16/03/2012 10:09 am

La semana pasada el presidente colombiano Juan Manuel Santos viajó a
Cuba para revelar al presidente Raúl Castro que no sería invitado a la
VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias por falta de consenso
hemisférico. De regreso a Bogotá, el jefe de Estado colombiano dijo que
había "apagado un incendio" y se comprometió a discutir en la cumbre la
participación cubana en el sistema interamericano, para evitar que los
problemas que confrontó Colombia se repitan en el próximo cónclave
presidencial de Panamá en 2014.

La decisión colombiana disparó las acusaciones de Cuba y EEUU. Es
difícil decir cuál de los discursos es más anacrónico. Las declaraciones
del canciller cubano Bruno Rodríguez son una arenga a la Tricontinental
revolucionaria de 1966. Las respuestas de Hillary Clinton a Ileana
Ros-Lehtinen en el comité de Relaciones Exteriores de la Cámara parecen
dirigidas a un asilo de ancianitos cubano-americanos, recién
desembarcados en Miami en 1962. En lugar de adoptar un enfoque de
solución de conflictos, Cuba y EEUU viajaron en una máquina del tiempo a
plena guerra fría, con un sistema multilateral interamericano que ya no
existe. De golpe borraron cinco décadas de cambios en la correlación de
fuerzas hemisféricas, y la adopción de normas como el pluralismo
ideológico, la no intervención y la gobernabilidad democrática.

¿Y las declaraciones del presidente Santos de Colombia? Susurrando lo
que la OEA debía decir alto y claro después de la resolución de la
Asamblea General de 2009 en San Pedro Sula: 1) Cuba es bienvenida al
sistema interamericano, sin condición humillante pero exigiendo para su
pueblo el ejercicio de todos los derechos humanos, civiles y políticos,
económicos, culturales y sociales, consagrados en la Declaración
Universal; 2) EEUU debe contribuir a tal propósito abandonando las
sanciones "inmorales, ilegales y contraproducentes" —para usar la
expresión del Papa Juan Pablo II— que son en sí mismas —según reportan
Human Rights Watch y Amnistía Internacional— violaciones de los derechos
humanos de los cubanos y los estadounidenses.

De la parálisis es fácil culpar a la OEA pero la organización
hemisférica es lo que los estados miembros, particularmente los poderes
regionales, quieren que sea. La falta de consenso sobre la participación
cubana en el sistema interamericano, tras las discusiones de la V Cumbre
de Puerto España, es expresión del abandono a las relaciones
inter-hemisféricas que predomina en las capitales de las potencias de la
región, particularmente en Washington y Brasilia. En ese vacío, la
política maximalista del ALBA y el obstruccionismo republicano en
Washington, particularmente del senador cubano-americano Marco Rubio,
campean por su respeto. Estados Unidos no tiene embajador en Venezuela,
Bolivia, Ecuador, El Salvador y Nicaragua.

En medio de ese marasmo diplomático, Cuba ha pospuesto, con retóricas
radicales hacia el orden regional, la adopción de posturas pragmáticas
al servicio de su interés nacional, que no es siempre coincidente con
las posturas mediáticas confrontacionales de sus aliados del ALBA. La
norma interamericana de gobernabilidad democrática fue promovida en 2001
no por Washington sino por la mayoría de los países latinoamericanos
(Chile, Nicaragua, Ecuador, Perú, Brasil) y el gobierno liberal de
Canadá. La democracia representativa como derecho de los pueblos es
apoyada por la mayoría de la ciudadanía de la región, como lo confirman
las encuestas del Latino-barómetro. Con esa realidad innegable, la
diplomacia cubana tendrá que lidiar por mucho que su canciller Bruno
Rodríguez insista en una visión decimonónica de nacionalismo geográfico,
propio de una era muy diferente a la actual, cuando Estados Unidos es el
segundo país de población hispanoamericana.

Si la ausencia de Cuba no ha causado un boicot latinoamericano contra la
VI cumbre de las Américas no es porque EEUU imponga su voluntad con
"amenazas", sino porque 1) muchos Gobiernos latinoamericanos creen que
las limitadas reformas en Cuba no justifican ese paso radical. 2) dada
la postura flexible y dialogante de Obama, la mayoría de los países de
la región prefieren discutir el tema cubano constructivamente con el
Presidente norteamericano en Cartagena. Nótese por ejemplo, el tono
sosegado de los Cancilleres brasileño y argentino al insistir que la
exclusión de Cuba se discuta en Cartagena.

Al afirmar su interés en asistir a un foro del sistema interamericano
apenas dos meses antes de su realización, el presidente Raúl Castro ha
hecho un gesto positivo pero tardío. Dada la importancia para Cuba de
edificar una relación constructiva con todo el hemisferio, la
cancillería cubana debería caminar el kilómetro extra enviando el
siguiente mensaje a la Cumbre de Cartagena: 1) Cuba está en la mayor
disposición de integrarse al orden hemisférico vigente y colaborar en el
enfrentamiento a amenazas comunes, como el crimen organizado, el tráfico
ilegal de estupefacientes, y el terrorismo internacional, promoviendo y
aceptando las convenciones interamericanas en estas áreas. 2) Cuba está
dispuesta a un diálogo respetuoso con los países de la región sobre
derechos humanos y democracia.

La Administración Obama debería comportarse con la dignidad y liderazgo
de la potencia que es. En lugar de ir al Comité de Relaciones de la
Cámara con el sombrero entre las piernas, la Secretaria Clinton debió
recordar a la congresista Ros-Lehtinen los dolores que causa a
Washington el subordinar los intereses nacionales norteamericanos a la
agenda de la derecha cubano-americana. Cada vez que testifique frente al
Congreso sobre las relaciones hemisféricas, el Departamento de Estado
debe recordar que, en la visión de los líderes de la región, la
promoción de la gobernabilidad democrática interamericana y el embargo
contra Cuba son posiciones antitéticas.

Aunque el presidente Obama irá a la elección de noviembre en la Florida
evitando una foto incomoda con Raúl Castro, EEUU ha obtenido apenas una
victoria pírrica. La exclusión absoluta de Cuba dañará otra vez a la OEA
como foro de coordinación inter-americano, pues los países del ALBA
repetirán hasta el cansancio que allí se hace lo que EEUU
unilateralmente manda. En un hemisferio que demanda cada vez más
diplomacia, y monitoreo multilateral de sus procesos políticos nada
bueno para la democracia saldrá de una OEA debilitada.

Contrario a los que sugieren discutir la exclusión de Cuba del sistema
interamericano en sesión privada, a la mayoría de las diplomacias de la
región les conviene acceder a la petición del canciller cubano Bruno
Rodríguez de que los jefes de Estado discutan el tema en público. Es
difícil imaginar que Obama pueda montar una defensa efectiva del embargo
contra Cuba o que los países del ALBA expongan razones serias para
desmontar el derecho de los pueblos de las Américas a la democracia
representativa. Si las visiones de los líderes continentales fuesen
compatibles, la próxima Asamblea General de la OEA a celebrarse en junio
en Bolivia, a donde el Canciller cubano podría ser invitado, sería el
marco propicio para resolver un "incendio" que no quemará a Colombia
antes de la VI Cumbre, pero apagado no está.

Este artículo también aparece en Infolatam.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/cuba-y-el-sistema-interamericano-un-incendio-que-regresa-274983

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