sábado, 9 de julio de 2011

El poder de la desinformación

El poder de la desinformación
Rogelio Fabio Hurtado

Marianao, La Habana, 7 de julio de 2011, (PD) Los cubanos somos muy
probablemente el pueblo peor informado del mundo. Eso, que a primera
vista interpretamos como una adversidad, resulta que hasta tiene sus
ventajas. Una de ellas es que nos hace incrédulos; otra, que nos obliga
a leer entre líneas, atar cabos al vuelo y desatar la imaginación,
porque el mezquino racionamiento informativo no nos ha podido privar de
la avidez de estar al día.

¿Recuerdan aquellos tetes que al caer no iban al suelo, sino que
soltaban un mini paracaídas que los hacía flotar hasta que la mamá o el
propio bebé los atrapaban en el aire, o la Coca Cola que se enfriaba al
destaparse? Maravillas que jamás existieron en otro sitio que no fuera
en nuestra imaginación de gente bloqueada por donde quiera.

Es verdad que los medios de confusión oficiales procuran desinformarnos
a mansalva, pero llevan tanto tiempo en lo mismo que ya no engañan a
casi nadie. Si realizaran una encuesta de sintonía, verían que la
mayoría de los televidentes de su programación política son opositores,
sobre todo para estar al día en las réplicas, aunque no puede
excluirse cierta cuota de masoquismo. La gente común no pierde su tiempo
con ellos.

Estoy leyendo El Crash de la Información, un excelente libro de un
alemán experto en todas las malignas triquiñuelas capitalistas, de las
que nos hemos librado gracias a la miseria generalizada que disfrutamos
bajo la dominación de los hermanos de Birán.

Al principio el libro no me gustó, me parecía un texto escrito para la
gente adinerada, no para meros siervos de la gleba, pero paulatinamente
me ha ido interesando. Max Otte, su autor, ejerce la crítica del sistema
capitalista, pero su finalidad es constructiva. No aspira a destruir el
sistema, porque conoce bien las consecuencias catastróficas del experimento.

Aunque no ha sido escrito precisamente para nosotros, que seguimos
atrapados entre los lineamientos, constituye una lección valiosa, tanto
para quienes deciden escapar por cuenta propia de la Isla como para los
que decidimos quedarnos, para estar aquí cuando el futuro se nos venga
encima.

A los primeros, los prepara un poco para el mundo adonde van a entrar de
buenas a primeras, como si cayesen dentro de un tren en marcha de cabeza
por una ventanilla, luego de criarse y habitar aquí, donde lo que no
está prohibido es obligatorio.

En las primeras páginas de su Autobiografía Precoz, el poeta Evstuchenko
advierte que al morir Stalin, cada soviético se vio forzado a pensar por
su cuenta, responsabilidad de la que hasta entonces los había aliviado
el Gran Dictador.

En el modelo totalitario, la cúpula que detenta el poder político somete
la economía a su arbitrio y la utiliza una y otra vez para asegurarse
el control sobre la sociedad, que se convierte en un objetivo esencial
para continuar ilimitadamente en el poder, que se vuelve un fin en sí
mismo, por más miserables que resulten los resultados. La elite
totalitaria sabe utilizar la matemática y las estadísticas tanto como a
los economistas y políticos al servicio de los grandes consorcios
capitalistas, quienes dictan de acuerdo con sus intereses las líneas
políticas a seguir.

Apuesta el autor por una economía social, apoyada en las empresas
familiares, a las que considera capaces de eludir las deficiencias del
actual modelo de capitalismo regido por los gestores profesionales. Por
supuesto, aboga por un modelo de estado fuerte, que sea capaz de
apoyarlas y defenderlas. Esto parece, en principio, en sintonía con los
tímidos estímulos al cuentapropismo entre nosotros, sólo que el Estado
burocratizado y prepotente, dista mucho del descrito por Max Otte en su
libro.

Por último, citaré una de sus objeciones a los programas de tertulias
políticas, porque le viene a la medida a la mal llamada Mesa redonda:
"Sometimiento a determinados intereses en lugar de independencia y
seriedad. En las tertulias no reina precisamente la ponderación e
interpretación de las informaciones ofrecidas...Por último, las
tertulias desgraciadamente no son más que la punta de lanza de un
conglomerado mediático cuyo principal objetivo no es la información sino
la desinformación y cuya faena no es el esclarecimiento sino la
transfiguración".

rhur46@yahoo.com

http://www.primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/1765-el-poder-de-la-desinformacion

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