viernes, 12 de noviembre de 2010

Discriminación legal

Discriminación legal
Orlando Freire Santana

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Por estos días la prensa
oficialista ha recogido declaraciones de directivos del Ministerio de
Educación Superior acerca de lo que éstos califican como una
"atemperación de las universidades cubanas a los nuevos tiempos". Eso
significa, entre otras cosas, la disminución de la matrícula, la
implementación de mecanismos de ingreso que conduzcan a los estudiantes
a optar por carreras científico-técnicas, en lugar de las de
humanidades, y el fortalecimiento del trabajo de adoctrinamiento
ideológico en las aulas universitarias. Esto último no es más que una
confirmación del principio que ha signado la enseñanza superior cubana
durante los últimos 50 años: "La Universidad es solo para los
revolucionarios".

Muy recientemente, en la clausura del curso escolar 2008-2009, el
entonces primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, Julio
Martínez, reiteró: "En la Universidad no tienen espacio aquellos que no
son revolucionarios - ni estudiantes, ni profesores-, y son las fuerzas
políticas las que tienen la autoridad para hacerlos salir de ese espacio
que no merecen" (Periódico Juventud Rebelde, viernes 24 de julio de 2009).

Ni la nueva dirección de la organización juvenil, ni los acuerdos de su
reciente IX Congreso se han pronunciado en otro sentido sobre este tema.
Conserva plena vigencia la sentencia que indica quiénes deben ser los
futuros profesionales del país.

El tema del acceso a la Universidad refleja abiertamente la situación
que reina en nuestra sociedad. A pesar de que también existe la
marginación en Cuba por motivos raciales, de preferencia sexual, de
credo, o hasta de género, es evidente que la principal causa de
exclusión en la isla es la ideología, y la única que se expresa
abiertamente en la mayoría de los casos; la única forma "legal" de
discriminación.

Es poco probable que a alguien le nieguen explícitamente un puesto
laboral por ser negro, homosexual, religioso o mujer. Pero si el Comité
de Defensa de la Revolución de su cuadra, o el centro de trabajo al
que pertenecía anteriormente, informan que un aspirante no simpatiza con
la revolución, seguramente le dirán claramente, sin ambages, que se le
niega el trabajo por ese motivo.

En tales circunstancias es comprensible -aunque no loable- que muchas
personas simulen adhesión al régimen para obtener o mantener buenos
empleos, acceder a la Universidad o simplemente para progresar. Los que
no lo hacen, generalmente se convierten en ciudadanos marginales, con
los peores trabajos, sin acceso al estudio o a viajes al exterior. Esta
doble moral y simulación en que vivimos los cubanos daña el tejido
social de la nación y afecta el presente y el futuro de nuestra
sociedad, al crear ciudadanos inmorales.

La Universidad ha estado siempre en la mirilla de la élite del poder
revolucionario. Desde principios de los años setenta hubo purgas masivas
de alumnos y maestros; se expulsó de las universidades a muchos
estudiantes debido a supuestas "desviaciones ideológicas". La única
opción que resta a los jóvenes no adeptos a la revolución que quieren
cursar estudios superiores es fingir que son revolucionarios; simular y
suscribirse a la doble moral que define el quehacer nacional. Las
universidades cubanas, además de instruir, enseñan a los alumnos a
mentir, a comportarse de una manera diferente al modo en que piensan.
Son auténticas fábricas de personas con doble moral.

Está muy bien que luchemos porque nadie sea discriminado por ningún
motivo, y entre esos motivos debe también estar la forma de pensar.

http://www.cubanet.org/CNews/year2010/Nov2010/12_C_3.html

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