lunes, 17 de agosto de 2009

CUBANOS HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO

CUBANOS HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO
2009-08-17.
Alfredo M. Cepero

(www.miscelaneasdecuba.net).- Miami, Florida 8-17-09.- En estas últimas
dos semanas de estira y encoje con respecto al anunciado Concierto por
la Paz en la Habana bajo el patrocinio del cantante colombiano Juanes me
había hecho el propósito de mantener silencio.

Después de todo, este mequetrefe arrogante y vanidoso, cuyas
desarrolladas cuerdas vocales contrastan con su carencia del más
elemental sentido común o capacidad de compasión hacia el pueblo cubano,
no merece siquiera nuestro repudio o nuestro desprecio.

Pero un compatriota que en los últimos años se ha convertido en
activista a tiempo completo de una política de pasos calibrados que
conlleve a una apertura de la tiranía hacia su propio pueblo ha
publicado un artículo sobre el tema que no puede quedar sin respuesta.

En nuestra opinión, esa política de diálogo con sordomudos y
apaciguamiento a criminales producirá como único y deplorable resultado
la prolongación de la agonía del pueblo de Cuba. Bajo el título de
Juanes y su Concierto, Carlos Saladrigas no solo hace la apología de
Juanes sino la emprende contra la integridad y el carácter de una
proporción considerable de sus compatriotas tanto dentro como fuera de
la Isla. Pero dejemos que sea el autor del infortunado artículo quién
hable por si mismo.

"Los recalcitrantes de adentro, al igual que los de afuera, no quieren
que se lleve a cabo este concierto", afirma el empresario devenido en
articulista y politólogo. Para el autor, quienes trabajamos por una Cuba
libre y democrática donde no quede el más mínimo vestigio de los
rufianes que la han oprimido y empobrecido por medio siglo somos
"recalcitrantes".

Sin embargo, la historia de Cuba está llena de hombres y mujeres que han
combatido regimenes despóticos sin claudicación ni contubernio y cuyos
retratos adornaron nuestras escuelas y museos. Muchos de los
"recalcitrantes" del artículo comentado bien podrían ser los patriotas
que un día hagan realidad la promesa de una Cuba sin miedo, sin odio,
sin hambre y sin tiranos.

Mas adelante manifiesta: "….desde la comodidad del exilio somos muy
rápidos para juzgar anticipadamente y cerrarle la puerta de antemano a
estas escasas oportunidades de apertura". Todo parece indicar que la
propia comodidad del autor, ganada sin dudas con el esfuerzo de su
trabajo y ejemplo del ingenio y la laboriosidad del cubano, le
insensibiliza al punto de ser incapaz de identificarse con los
obstáculos, penurias y sinsabores que confrontan a diario muchos cubanos
menos prósperos y afortunados.

Esos cubanos que cortan césped, levantan edificios, cultivan la tierra,
limpian calles y desafían temperaturas de 90 grados para poner techos
sobre nuestras cabezas. Los mismos cubanos que en un acto de solidaridad
familiar y ceguera política mandan todos los años cientos de millones de
dólares a la Isla.

Acto seguido se refiere a Juanes afirmando: "Por su trayectoria sabemos
que es un luchador por la paz y su música es querida y apreciada por la
juventud hispana en todos los rincones del mundo". Afirmar que en Cuba
es necesario luchar por la paz no es sólo una tontería sino una burla.
La paz es probablemente el único ingrediente que Cuba tiene en demasía.
Una paz impuesta a base de cárcel, miseria, fusil y fusta por un par de
pichones de gallego que odian a nuestro pueblo y nos pasan la cuenta por
habernos independizado de España.

La paz que Cuba necesita vendrá únicamente por un camino de justicia,
libertad y democracia al que se opondrán hasta su muerte los tiranos que
hoy hacen ostentación de tolerancia con el concierto de Juanes en la
Plaza de la Revolución. Quién, dicho sea de paso, demostró su color
rojizo cuando retiró la invitación al presidente Uribe una vez que el
bufón de Chávez canceló su asistencia al concierto por la paz en la
frontera colombo-venezolana.

Pero donde el autor llega al extremo de lo increíble es cuando, en un
despliegue de la más absoluta inocencia política e incapacidad para
calibrar la naturaleza diabólica del régimen, le atribuye a Juanes
poderes que podríamos calificar de sobrenaturales. A tal efecto dice:
"Le podemos pedir que no acepte restricciones por parte del régimen en
qué decir y qué cantar".

Si la situación no fuera tan trágica esta afirmación sería suficiente
para caer víctima de un ataque de risas. Lo que no han logrado
personalidades internacionales, jefes de estado y hasta el propio Papa
Juan Pablo Segundo, el autor espera que sea capaz de lograrlo este
infeliz muchacho con ínfulas de encantador de serpientes pero carente de
toda experiencia en la solución de conflictos.

Incluso se aventura el escritor en el campo de la especulación cuando
dice: "Es también posible que el régimen esté esperando lo que ha sido
siempre su fórmula segura: dejar que el exilio haga su trabajo sucio".
Las generalizaciones son siempre peligrosas y en este caso altamente
ofensiva para los millares de cubanos que vinieron al exilio después de
arriesgar la vida en nuestra patria y un número aún mayor que desde el
exilio apoya a la oposición interna en estos momentos definitorios y
cruciales.

Para esas multitudes que ni se cansan, ni se rinden, ni se olvidan el
trabajo que hacemos nada tiene de sucio. Por el contrario, es un acto de
supremo patriotismo y de una limpieza inmaculada encaminada a la
erradicación tajante y total del estercolero en que los comunistas han
convertido a nuestra patria.

Concluye su ataque a un exilio en el cual el autor se siente aislado e
incomprendido afirmando: "Ya no es creíble, ni sostenible, que nos
aferremos como exilio en ser el árbitro de lo que es bueno o malo para
Cuba." Con esta frase, tan infortunada como contraria a las corrientes
predominantes entre quienes como un solo pueblo combatimos a la tiranía,
el escritor nos califica como ciudadanos de primera dentro de la Isla y
ciudadanos de segunda en el exilio.

Esta es la misma patraña y artimaña con la cual los tiranos nos han
mantenido sojuzgados y divididos por medio siglo. Los cubanos de dentro
y de fuera tenemos todos los mismos derechos y el mismo deber de
contribuir a su prosperidad y velar por la consolidación y preservación
de un Estado de Derecho en la futura nación cubana. Si el señor
Saladrigas quiere excluirse a sí mismo como parte de ese exilio inocuo e
inepto que describe en su artículo está en todo su derecho y hasta le
daríamos una fiesta de despedida.

Pero que nos haga el favor de no incluir a aquellos que todos los días
nos levantamos pensando en la forma de contribuir a la libertad de
nuestra patria. Nosotros somos cubanos desde que vimos la primera palma,
hemos seguido siendo cubanos a través de las nieves, las selvas y hasta
los desiertos que hemos encontrado en el camino del exilio y seguiremos
siendo cubanos hasta nuestro último aliento en el curso de nuestro
tránsito por la Tierra. Porque, dondequiera que estemos, siempre
llevaremos a Cuba en nuestro corazón.

CUBANOS HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO - Misceláneas de Cuba (17 August 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22301

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